La intervención “Inundaciones” implica que el visitante se encuentre en un patio con un conjunto de tubos que “se desbordan” desde el nivel superior, inundando el patio, sobreponiéndose, invadiendo y reclamando la atención del mismo modo que lo haría el agua al dejar una llave abierta. Al explorar esta alusión hídrica congelada, se encontraría con que algunos tubos terminan en una llave que se puede operar. Al abrirla, notará que del tubo salen sonidos y que cada llave reproduce sonidos distintos: algunos están relacionados con los sonidos de la naturaleza, como un río fluyendo, las olas del mar, la lluvia, etc. mientras que otros, son sonidos del uso cotidiano que los humanos hacemos del agua, como una regadera abierta, la descarga de un inodoro, un vaso llenándose, etc. notará también, que los tubos de PVC tienen inscripciones a lo largo de su trayectoria, pero que no se trata de la tradicional leyenda sobre la marca, composición y tipo de tubería impresa durante su fabricación, sino que se trata de frases alusivas al uso del agua.
Finalmente, al mirar de dónde procede toda esa “inundación”, se dará cuenta de que su origen está en una estructura vertical hecha a base de dos garrafones, colocados a modo de un reloj de arena, donde cada grano que cae y la “sequedad” propia de la arena, evocan un futuro que ya es presente, en el cual, el agua se está convirtiendo en un bien cada vez más contaminado, más escaso y más difícil de conseguir.
Esta exposición fue seleccionada por Cultura Efímera A.C. a través del programa “Patio” en su edición 2023 a través de un jurado de especialistas pertenecientes al Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) México y será exhibida próximamente en octubre de este año en el Centro Histórico de la Ciudad de Puebla como parte de los finalistas.
Sobre Inundaciones…
Es el espacio en el que los cuerpos hídricos aún no han sido domesticados, del todo. En el patio todavía permitimos que el agua caiga, suene, se acumule y discurra por sus superficies, por su vacío interior abierto al cielo.
Históricamente, hemos reducido la presencia del agua y su cauce a una tubería cuidadosamente clasificada, escondida en la arquitectura, dentro de muros y suelos. Todo, para sentirnos en control. Aunque la controlamos, ella persiste, cómo persiste la vida, se abre paso lentamente, abre conductos, canales e invade, ocupa, inunda. Así, se sobrepone al dominio del hombre en el espacio, espacio sobre el que él cree ejercer control.
Esta intervención se trata, entonces, de aceptar la asociación indisoluble entre espacio y cuerpo dominado, se trata de recuperar un espacio que le pertenece al cuerpo de agua y con eso extender la invitación a otros cuerpos y preguntarnos: ¿Qué territorios nos pertenecen?
Sacando los materiales de los muros y ocupando su vacío, se invierten las relaciones de dominio tradicionales y se interpela la relación parásita entre hombre y naturaleza.
Con la ocupación del vacío, se quiere poner en consideración el lugar que le estamos dando al agua y cómo nos estamos relacionando con ella.