jueves, mayo 23, 2024

Hacer La Revolución: El imaginario popular mexicano.

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El revuelo que ha causado una pequeña pintura estos últimos días en México, nos regala un vistazo de cómo aquello que de alguna forma se piensa superado a nivel social, político y artístico, siempre retorna a nosotros de diversas maneras.

La obra titulada La revolución del artista chiapaneco Fabián Cháirez, expuesta en el Museo del Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, como parte de la exposición Emiliano Zapata después de Zapata muestra a Emiliano Zapata, epítome de la masculinidad mexicana, desnudo, con un sombrero rosa y zapatos de tacón con forma de pistola y montando un caballo blanco.

Cultura Colectiva 2019.

Si bien la pintura ha sido adoptada por la comunidad LGBT+ y como parte de la cultura queer desde 2013, las reacciones y la violencia se hicieron visibles desde el martes 10 de diciembre con las declaraciones del nieto de Emiliano Zapata, Jorge Zapata, quien además habló de tomar acciones legales contra el recinto y el artista por “denigrar” la imagen del llamado Caudillo del sur.

Las reacciones no se hicieron esperar en medios nacionales e internacionales así como en redes sociales. Algunos llamados “críticos” tampoco se han hecho esperar. Lo cierto es que el revuelo en torno a esta obra habla mucho de todo aquello que de alguna manera se creía superado. La resurgida homofobia, disfrazada del “respeto” a un héroe nacional y las mismas críticas sobre qué debería o no exponerse en Bellas Artes vuelven a abrirnos grietas, discusiones anticuadas, anquilosadas que finalmente siguen demostrando la idiosincrasia mexicana.

Washington Post 2019.

En la ficha de la pieza, el curador describe cómo la figura del Caudillo es un símbolo no sólo de resistencia, si no también un referente desde donde se pueden cuestionar las masculinidades hegemónicas, visibilizando la diversidad sexual. Finalmente y con estas reacciones, nos volvemos a dar cuenta de que al parecer la lucha sigue estando reservada para unos cuantos, o al parecer esa lucha es propiedad privada. 

Los valores llamados estéticos, enarbolados por estos «críticos» que más bien parecen no haberse enterado que el siglo XVIII ha pasado ya desde hace tiempo, que hablan de un arte forzosamente bello, académico, atemporal, entre otros adjetivos, forman parte de esta idea extendida de lo que debe o no ser arte o de cómo debe ser entendido. Si bien la obra del chiapaneco no resalta por su maravillosa factura, si resalta por la idea detrás de la imagen. Y a este respecto debemos preguntarnos ¿por qué el sexualizar a alguien le debilita?, volvemos al mismo punto, así como hay una idea de lo que debe ser arte, hay una idea extendida de cómo debe representarse a ciertas figuras “políticas” y es que el problema no es la sexualización, si no la sexualización no hegemónica. No nos gustan los cuerpos que no cumplen con las características (masculinas o femeninas) que seguimos considerando inamovibles.

Washington Post 2019.

La imagen de Zapata, como la de cualquier figura considerada de importancia nacional puede y debe ser revisada, reanalizada y revisitada. Resulta muy interesante que esta obra tan pequeñita, pero tan grande en su forma simbólica, haya desatado toda esta ola de homofobia renovada que se disfraza ahora bajo la idea del “respeto a los héroes” o a la imagen de un personaje histórico, que precisamente por eso, es susceptible de cualquier revisión, investigación y readaptación al formar parte del imaginario popular.

El Sol de Tijuana. 2019.

Antonio Quiroz, es historiador del arte, apasionado de las lenguas, las letras y la filosofía. Políglota en potencia, recolector de recuerdos, cocinero de clóset y Godínez de 9 am a 5 pm. Síguelo en su cuenta twitter e instagram.

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